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miércoles, junio 04, 2008

Everton se elevó al máximo sitial del fútbol chileno de la mano de Nelson Acosta



En una definición que evocó sus mejores épocas, el elenco viñamarino obtuvo su cuarto título nacional bajo las órdenes del ex seleccionador nacional, quien sacó campeón a la escuadra oro y cielo después de 32 años.

Everton conquistó el cuarto título de su historia, con Nelson Acosta en la banca y con figuras consulares como Ezequiel Miralles y Jaime Riveros, luego de derrotar por 3-0 a Colo Colo en una vibrante final, la cual no se vivía en las huestes viñamarinas desde 1976.

Pese a que el año pasado quedaron a la deriva de perder la categoría en la tabla acumulada, luego de sufrir el alejamiento de Juvenal Olmos por la magra campaña, en el 2008 se forjaron nuevas esperanzas para el club de Viña del Mar.

El comienzo del elenco oro y cielo no fue muy prometedor.
El técnico Nelson Acosta, quien llegó como medida de emergencia a tratar de salvar al equipo en la última parte del Clausura 2007, esta vez tuvo tiempo para armar su propio plantel de cara al Torneo de Apertura.

Los volantes Jaime Riveros y Cristian Canio, además del delantero Ezequiel Miralles y el defensa Adrián Rojas, fueron algunos de los refuerzos que llegaron al equipo oro y cielo para intentar reverdecer los laureles hace rato extraviados.

Si bien el inicio fue catastrófico al acumular dos sendas derrotas ante Cobresal y Universidad Católica, las cuales provocaron inmediatos cuestionamientos a la gestión del ex seleccionador nacional, la tercera y cuarta fecha marcaron el ascenso progresivo hacia un inédito liderato.

Subió y bajó de la cúspide
La primera victoria importante fue ante U. de Concepción, el finalista anterior. Dos victorias sobre Universidad de Concepción, el finalista del Torneo de Clausura 2007, como visitante y ante Universidad de Chile en calidad de dueño de casa fueron vitales para empezar a trepar en la tabla de ubicaciones.

Una seguidilla de triunfos ante Palestino, Audax Italiano, Melipilla, Rangers, con un paréntesis negativo en su visita a La Serena, los dejó a las puertas de alcanzar el primer lugar de la fase en el partido ante Unión Española.

El triunfo por 3-2 en el Estadio Santa Laura en la décima fecha fue obtenido con angustia, pero no por ello fue menos emocionante, ya que por primera vez en muchos años el equipo de Viña del Mar miraba al resto de los clubes chilenos hacia abajo.

El triunfo sobre Unión Española los catapultó al liderato.
Una alegría que duró sólo una fecha, ya que un empate en blanco ante Huachipato y la presión por el asedio de Universidad de Chile lo hizo perder la punta, la que, sin embargo, retomaría en la fechas siguientes con un triunfo sobre Santiago Morning y un empate ante Ñublense.

El desmoronamiento de Everton comenzó con la derrota por 3-1 ante Colo Colo en 14ª fecha, hecho que coincidió con el debut de Fernando Astengo en la banca alba por el plano local, resultado que se archivaría para fraguar la dulce venganza en la final.

En la etapa final de la fase regular, el conjunto oro y cielo sumó derrotas ante O'Higgins, Concepción y Osorno y sólo dos triunfos ante Cobreloa y Antofagasta, con quienes cerró su participación.

En la estadística, los dirigidos por Nelson Acosta terminaron en el 5º lugar con 32 puntos, pero clasificaron a los play-offs como segundos por detrás de Audax Italiano, con 10 partidos ganados, dos empatados y siete perdidos, 34 goles a favor y 30 en contra.

Un título con mucho pundonor
El camino de Everton hacia el título en los play-offs comenzó de una forma extremadamente fatalista, ya que perdió como local ante Audax Italiano, uno de los grandes favoritos para titularse campeón del Torneo de Apertura.

El resultado convenció a todo el mundo que la escuadra viñamarina estaba eliminada y que debía comenzar a despedirse de la ilusión por el título, pero el convencimiento íntimo del plantel que no todo estaba perdido fue la mejor motivación para dar vuelta el partido.

La épica clasificación ante Audax Italiano marcó el camino.
En un partido épico, el cual será recordado como el mejor pleito en el recuento, Everton remontó el marcador adverso y en una gesta marcada por un gol agónico venció por 4-1 al cuadro itálico en un silente Estadio Monumental, avanzando a semifinales.

El escollo camino a la final fue Universidad de Chile, quienes tenían la misión impuesta por su hinchada de terminar con la hegemonía alba, lo cual obviamente se quedó en buenas intenciones, ya que en dos actuaciones descollantes el cuadro ruletero sacó a los azules del camino.

En el partido de ida de la final, la derrota postrera por 2-0 ante Colo Colo, el tetracampeón reinante, no amilanó el ánimo y hambre de triunfo que tenía el equipo y así fue como en una espectacular definición derribó a Colo Colo y se quedó con el cuarto título de su historia.

La clave del éxito: el funcionamiento colectivo
El técnico Nelson Acosta le impuso su sello ganador al equipo. Everton demostró a lo largo de todo el certamen que era un equipo con buen trato de balón y consistencia defensiva, producto de la experiencia de Nelson Acosta, quien siempre se ha caracterizado por ser un técnico motivador y un excelente manejador de grupos.

El inagotable talento de Jaime Riveros, la inspiración del bloque ofensivo compuesto por Cristián Canio y Ezequiel Miralles en las instancias decisivas, además de la solidez defensiva, fueron la tónica del equipo.

Acosta supo combinar la experiencia de jugadores curtidos en definiciones y la juventud del semillero, apostando por una plantilla austera, pero con grandes dosis de coraje que sacó a relucir en las tres llaves antes de titularse campeón.

Fuente: Radio Cooperativa
Foto Gentileza Mercurio de Valparaíso

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